lunes, 29 de noviembre de 2010

Capítulo 2


-¿Lo tenéis todo? ¿Comida, bebida y objetos mágicos?-pregunto.

-Sí-dicen Carol y Arturo que son los únicos que he aceptado que vengan conmigo.

-Pues en marcha, nos queda dos horas de camino hasta La Oscuridad-digo.

El camino se hizo sin ningún contratiempo excepto por un Hulack que nos atacó, un Hulack es una especie de Jabalí-lobo con unos grandes colmillos, pero únicamente le lancé un pequeño conjuro eléctrico que lo espantó.


-Bueno, ya hemos llegado-miré fijamente a La Oscuridad, la verdad, no había cambiando mucho, excepto el aura de la ciudad, sí, era muy oscura, concuerda con el nombre la verdad.

-Vayámonos al pequeño pasadizo de la puerta Sur, para atravesar la muralla mágica, y luego entraremos por la misma puerta norte, ¿de acuerdo chicos?-les pregunto.

-Venga vamos-dice Carol enérgicamente.

Nos colocamos donde padre me dijo y cierro los ojos. Me concentro, busco la fuerza de la muralla mágica, la siento, y también siento la pequeña grieta por así decirlo que tenemos delante nuestra, coloco la mano justamente en la grieta y la toco, la grieta extrañamente la grieta se abre más y pasamos rápidamente los tres, por si se cerrara o algo, pero se cierra despacio cuando pasamos los tres.

-Poneros las capuchas de vuestras capas-les digo mentalmente a cada uno, pues ahora dentro de la muralla todo lo que digamos puede ser escuchado por cualquiera.
Nos las ponemos y nos acercamos a la puerta, que está custodiada por un guardia, que nos deja pasar tranquilamente, sin ni siquiera mirarnos.

-Venid-les digo mentalmente mientras me dirijo a un callejón donde no hay nadie.

-Mirad, debemos conjurarnos e ilusionarnos, para que no nos reconozcan, si no podríamos estropear todo el plan- les digo mentalmente.
Arturo pone mala cara pues no sabe hacer muy bien ese conjuro y le digo:
-No te preocupes, te lo conjuro yo-le digo mientras le guiño y ojo, a lo que él responde con una sonrisa sincera de agradecimiento.

Me concentro e imagino a Arturo, en vez de sus ojos azules, marrones chocolate, y el pelo en vez de negro, marrón y le cambio un poco la forma de la cara. Abro los ojos y le miro, no ha quedado tan mal. Él se mira su reflejo en un charco y sonríe satisfecho.
Mientras yo hago que mi pelo rubio sea pelirrojo, hago que esté un poco más gorda y mis ojos también marrones y me pongo la cara diferente.
Carol más o menos se ha conjurado como yo y al verme se ríe.
-Seremos hermanas-dice riéndose.

-Es que ya lo somos –digo guiñándole un ojo, es la verdad, desde ese día… Carol es como mi hermana, una que nunca tuve…

-Bueno vamos a la taberna, allí intentaremos convencer a la gente de que se oponga al reinado de Melie-les digo mentalmente.


En la taberna no conseguimos gran cosa, y a los que decían que no, les borrábamos la memoria para que no se acordaran de nosotros pues sería muy peligroso. Sólo obtuvimos un poco de información, los guardias cambiaban la guardia cada tres horas, y todos se reunían en una instalación cerca del centro de la ciudad.

Caminamos un poco y como ya era hora de comer, nos fuimos a unos jardines del parque a comer tranquilos. Pero se me fue toda el hambre al ver a Melie a lo lejos, está igual que yo, aunque como la ciudad su aura es tan oscura como su cabello, que en vez de tenerlo largo como yo, lo lleva justo por los hombros. Cinco años sin verla…y lo único que siento hacia ella es aún más odio que antes.
-Porque va acompañada de seis guardias, si no la mataba ahora mismo-digo mentalmente Carol y a Arturo, que me miran sorprendidos por la furia y miran con mucho odio también a Melie.

-Debemos irnos, nos han visto-digo mentalmente recogiendo todo con magia, porque así lo hago más rápidamente.

Gracias al conjuro auditivo que me eché al entrar en la ciudad veo que le dice a tres de sus guardias:
-Id tras ellos, se ven muy sospechosos-dice ella siniestramente.

-Vámonos, rápido nos van a seguir tres guardias, así que atentos y echad a correr cuando estemos fuera de la vista de los demás guardias de mi hermana y de ella- les digo mentalmente.

Al girar la esquina salimos corriendo, pero la ciudad ha cambiado muchísimo y acabamos perdidos y cansados tras 4 horas corriendo, no exagero, los guardias nos siguen y están mucho mejor preparados físicamente que nosotros y nos acaban acorralando en un callejón sin salida.

Instintivamente me arrodillo al suelo y lanzo un conjuro comunicador, para informar a padre del retraso.

Uno de los guardias, más o menos de mi edad me da una patada en el abdomen, y hace que me caiga de lado, tumbada en el suelo y el soldado le dice:
-Cállate niña insolente-
-Kya, cuando te lo diga, sal corriendo, que los otros dos guardias se han quedado distraídos contigo  y debemos aprovechar la oportunidad-le dice mentalmente Carol.

No le respondo para ahorrar energías y me siento en el suelo, esperando.
-¡YA!-le gritan Carol y Arturo mentalmente.

Los tres salimos corriendo a la vez, pero los guardias, sorprendidos nos siguen.
Yo, no estoy muy en condiciones de correr después de la patada que me ha dado el guardia antes y voy más lenta que Carol y Arturo, que van a unos 10 metros por delante de mí. Sé muy bien, que si me llegan a coger, se girarían y lucharían conmigo contra los guardias. Miro hacia a atrás y veo que el guardia que antes me pegó está a unos dos metros escasos para atraparme. De repente me doy contra la realidad, debo liberar a mis ciudadanos, los que están bajo el poder de Melie, liberarlos de sus garras malignas. Y todos los que están ahora en Lylith a la espera de que esta misión tenga éxito. Todo esto me da la suficiente fuerza para realizar un conjuro curativo, que me da fuerzas para seguir corriendo.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Capítulo 1

Todo eso ocurrió hace tan solo 5 años, cuando Melie y yo tan sólo teníamos 15 años…mi hermana melliza…traicionó a toda la familia, ayudando a nuestro maligno tío Saúl a tomar el control de Twinth el reino que gobernaban mis padres, pero ahora llamado “La oscuridad” gracias a mi querida hermana, somos mellizas, pero  nos diferenciamos mucho, en el color de los ojos, ella de un intenso negro que yo recuerde, al igual que madre junto con el pelo rubio ondulado que ella tenía…el que tanto me gustaba. Mientras que mis ojos son de un verde extraño al igual que mi padre y mi pelo de color indefinido, entre rubio muy oscuro y moreno.

Desde aquél fatídico día en el que Melie se apoderó del reino, padre, yo y otros ciudadanos de Twinth, los que no querían estar bajo su poder, nos instalamos en una zona montañosa, donde dimos lugar a una pequeña aldea secreta, llamada Lylith, en honor a mi madre.

Y llevo entrenándome día tras día, junto con mi querida amiga Carol y su hermano Arturo, en las artes mágicas y a pelear cuerpo a cuerpo.
Lo que se dice la magia se me da un poco mal, pero la pelea…se me da genial, mientras que Carol es al revés y Arturo mas o menos igual que yo.

-Descansemos un poco-propone Carol, a la que se le ve muy exhausta tras una hora y media peleando sin cesar contra mí, aunque yo no estoy muy cansada, pero no quiero agotarla.

-Vale, será lo mejor, porque mañana tenemos una misión importante y debemos rendir 100%-digo.

-Pero, ¿a que no estas cansada, me equivoco Kya?-me dice Arturo retándome.

-Pues la verdad, es que no, ¿te apuntas una media hora?-le reto.

-¿Sólo?-dice riéndose.

-No quiero cansarte más de lo necesario-digo riéndome.

Él sonríe y coge la espada que Carol se da.
Le ataco con un rápido frontal, que él para fácilmente, luego un ataque bajo, que él para un poco más difícilmente y luego me ataca, harto de recibir. Estamos así un cuarto de hora cuando el dice:
-¿Tú no habías estado luchando ya hora y media?-dice mirándose, él está sudando mogollón, mientras yo estoy como si acabáramos de empezar.

-¿Ya quieres parar?-me río.
Él en respuesta me ataca y yo sonrío devolviéndole el ataque…finalmente la media hora se convirtió en una hora y los dos a la vez tiramos las espadas y nos tumbamos en el suelo cansadísimos.

-Me rindo Kya, no hay quien te gane-dice hablando dificultosamente a causa de que está respirando muy rápidamente, pues a parte de duelo de espadas ya habíamos practicado algo de kárate y un poco de magia.

-No creas, debo seguir mejorando si quiero ganar a Meliedigo tristemente.

Él se gira y me mira fijamente a los ojos.
-Kya, tú eres más fuerte, de eso se aseguró Lylith antes de dejaros, no malgaste el regalo que te dio-dice firmemente convencido.

-Bueno, eso pronto lo sabremos-digo pensando en la misión de mañana.

-Venga vamos a descansar que me has dejado agotado-dice riéndose y levantándose, mientras yo me levanto cogiendo la espada también.



-Padre, mañana nos vamos a La Oscuridad, será la primera vez que pisemos alguno de Lylith la ciudad desde hace cinco años, y quiero saber si tienes conocimiento alguno de alguna defensa que hayan podido colocar alrededor de la ciudad, y si no han cambiado nada de la muralla mágica, debes decirme si hay algún pasadizo donde atravesar la muralla-le digo.

-Verás hija, hay un pequeño pasadizo por donde salimos aquél fatídico día, ¿no lo recuerdas?-dice mirándome.

-Sólo recuerdo una cosa de aquél día padre-digo pensando el la muerte de madre y la diabólica risa de Melie.

-Bueno, está situado unos 10 metros de la puerta Sur, donde si solo colocas tu mano, podréis entrar-dice seriamente.

-Gracias padre, buenas noches-digo dándome la vuelta y dirigiéndome a la puerta de su habitación.

-Kya, ten cuidado-dice preocupado.

-No te preocupes padre, estoy preparada- digo por una vez, me doy cuenta de lo real de mis palabras.

Introducción

Una traición, una muerte y un gran poder.


-Hermana, no lo hagas-le suplico

-Es tarde Kya, madre debe morir, y al morir ella, yo obtendré todo su poder, pero tú, hasta que padre no muera, no serás poderosa, por lo que te puedo matar ahora -dice Melie sonriendo. Hace un movimiento brusco y crea una gran bola de energía y me la lanza al pecho, pero madre se interpone entre la bola y yo, y antes de que le impacte me dice:

-Corre, el futuro de todos está en tus manos hija mía, corre y vete con tu padre, te lo suplico-dice mirándome a los ojos, mientras oigo la risa malvada de mi hermana, pero ella no se esperaba lo que iba a hacer a continuación madre, que antes de expirar su último aliento, me da una parte de su poder, evitando que eso se lo llevara Melie.
Ella, enfurecida, me lanza de nuevo otro conjuro, que esquivo fácilmente y echo a correr por la puerta central de la sala.

-Te encontraré Kya, y cuando lo haga, te mataré-jura antes de que yo me oculte y desaparezca por las sombras del bosque al lado de castillo junto con mi padre.