Mi amiga Athenea, se está replanteando cerrar su blog! Juro que no es como el típico blog (el mio -.-) la verdad, ella escribe varias historias y publica muy muy seguido, por favor, está pensándoselo y una de las razones es porque cree que la gente no lee su blog, mentiraa ¬¬ por lo prnto, no te lo comenté Athenea, pero 5 amigas mías que no tienen blog te siguen xDD así que ahí tienes más, no es mentira eh?
Bueno chics, os dejo su enlace --> aquí
Y..a petarle el blog! xD :)
Ahora si os dejo con el capítulo:P
Espero que os guste y pasaros por su blog! xD besoos!
***
-Kya, no podrás esconderte para siempre, algún día tendrás que salir y entonces, te mataré- una voz muy familiar.
-¡Déjame en paz Melie! ¿No tuviste suficiente con matar a nuestra madre?-le digo furiosa.
-No, porque quiero recuperar mis poderes, los que madre te dió y obtener los tuyos-me responde ella.
Me incorporo rápidamente de la cama de un salto. Dioses, es la primera vez que Melie se comunica conmigo…
Me siento en la cama y miro a la ventana, está empezando a amanecer, saldré a dar un paseo, ya no tengo sueño y estoy empapada de sudor…
Voy directa a mi sitio preferido, un pequeño bosque de pinos y robles, donde hay un pequeño lago, es precioso, sobre todo cuando uno quiere estar solo o simplemente relajarse.
Me tumbo cerca del lago, mirando al cielo, que por cierto está de un azul profundo y empezando a aclarecerse.
Y mirando el amanecer, caigo profundamente dormida, sin darme ni siquiera cuenta.
-Kya, despierta…Kya…¡KYA!-me dicen y me despierto bruscamente. Miro a la persona que me ha despertado de un sueño tranquilo, sin pesadillas.
-Brian…uf, tu otra vez-digo cerrando los ojos.
-Venga dormilona, que ya es hora de comer-me dice riéndose.
-¿Comer? ¿Y el desayuno? Ay…¿qué hora es?-le pregunto y miro al cielo, me encuentro con que el sol está casi encima mia, serán sobre las 3 o así.
-Las dos y media-dice ya riéndose a carcajadas.
-Mm-murmuro desperezándome-he dormido bastante.
-¿Cuánto tiempo llevas aquí?-pregunta.
-Pues desde el amanecer-le digo sonriendo.
-Vale, y en vez de dormir en tu cama calentita te vienes al lado de un lago, en el que hace un frío que pela-dice riéndose y negando con la cabeza.
-No se, me relajo aquí más…-me río.
-Bueno, pues ¿vamos a comer?-pregunta.
-No tengo mucha hambre, la verdad-le respondo.
-Pues yo tampoco-comenta sonriendo y se sienta a mi lado.
-Brian, se sincero, ¿Por qué estabas en la guardia personal de Melie?
-Porque… verás, en un principio, me alisté en el ejército, para algún día, poder matarla-dice serio, y la verdad, eso no me lo esperaba, pero mis pensamientos se interrumpen porque sigue hablando-pero al ascender puestos en el ejército, Melie...yo me enamoré de ella.
-Comprendo…-aunque la verdad no comprendo nada, ¿Él y Melie, enamorados? creo que la sorpresa estaba reflejada en mi cara, por más que intenté no mostrarla.
-Pero, Dios no se como explicártelo…sé que fui un estúpido y que lo sigo siendo-dice mirando hacia el lago.
Sigue siendo un estúpido…eso quiere decir que sigue enamorado de ella. Lo que faltaba.
-Entonces, sigues enamorado de ella…¿no?-le pregunto, sin darme cuenta he dicho mis pensamientos en voz alta, él suspira y me contesta.
-Sí, aunque ahora me doy cuenta, de que ella me trataba así para que acabase ocurriendo eso, que me enamorara de ella. Pero…solo recordar qué me mandó hacer… que hiciera aquél día, me pongo malo-dice rectificando, como si fuese a decir algo que no debía.
-¿Qué día? ¿Qué pasó?-le pregunto histérica.
-El mismo día que nos mandó perseguiros…un poco antes me mandó matar a uno de mis hombres, que según ella, había hablado con los desterrados, bueno, con gente de este lugar…y aprovechándose de mi amor, me ordenó que lo matara-dice con la voz extraña, es decir, es una mentira como una casa.
-Ya claro, nosotros hemos sido los únicos en acercarnos a la cuidad en cinco años, a mí no me vengas con mentiras Brian-le digo seriamente.
Él se levanta de golpe, como si lo hubieran golpeado.
-No te estoy mintiendo-dice con la voz contraída de furia y se va en dirección al comedor.
-¡Ya no puedo más!-grito exasperada, levantándome de un salto, una vez que se aleja lo suficiente para no escucharme y dándole un fuerte puñetazo al tronco de uno de los pinos, como consecuencia un ligero dolor al separar la mano y el árbol gravado con la forma de mi puño.
Me froto un poco la mano, aliviando el dolor, pero no tengo ninguna herida. Finalmente decido hacer lo que siempre hago para tranquilizarme. Me doy la vuelta y me meto detrás de una de las grandes piedras del lago. Y me cuelo por una pequeña hendidura de la roca, que aparentemente no es visible, la vi la primera vez que encontré este lago…nadie sabe de su existencia, ni Carol, ni Arturo, ni mi padre.
Tras un pequeño salto llego al pequeño lago subterráneo, en el que el agua está templada, sea invierno o verano.
Me acerco a la piedra que siempre uso, y la enciendo con magia, y la pequeña cueva se ilumina tenuemente. Me quito la ropa dejándola al lado de la piedra y me meto lentamente en el agua, liberando mi mente de todo pensamiento y relajándome.
Brian, maldito mentiroso…lo único que me has podido decir y que sea verdad...es que está enamorado de Melie...y extrañamente, me dolió mucho oírle decir eso...y esto sí que no lo puedo permitir, no dejaré que mis sentimientos vuelen, debo de tener en cuenta, cada vez que hable con él, no dejar volar mis pensamientos…seguramente, él esté aquí con una misión en cuestión y puede ser salir de aquí en cuanto pueda y comunicarle todo a Melie.
Pero no dejaré que eso ocurra, no lo permitiré, antes, muero. No volveré a arriesgar a todos los habitantes de Lilyth.
Salgo del agua, una vez organizados mis pensamientos, me seco y me pongo la ropa.
Cojo la piedra, la apago y salgo de la cueva.
Fuera, como es normal, no hay nadie, así que me dirijo directamente al comedor, que, a juzgar por como está el sol, serán las 5, y estará vacío.
Entro y me dirijo a Claire, una de las cocineras.
-Claire, ¿Me podrías servir un poco de jamón y vino?-le pregunto.
-Claro pequeña, en seguida te lo traigo-dice entrando a la cocina y a los diez minutos o así, sale con mi comida.
-Gracias-digo dándole un pequeño sorbo a la copa de vino.
-De nada, por cierto princesa, vuestro padre os está buscando, está preocupado por tus faltas en la mesa a la hora de la comida-dice mirándome.
-Vale, en cuanto acabe iré a verle-le digo llevándome a la boca un trozo de jamón.